martes, 19 de junio de 2012

¡Mi segunda traducción publicada!

¡Otro trabajo más para Fundación SUR! Espero que sea de vuestro interés.


Mentiras, verdades y antirretrovirales

18/06/2012 -

Aunque no se puede interrumpir nunca el tratamiento de antirretrovirales, los rumores de que estas pequeñas pastillas te volverán loco son una mentira descarada, según Mia Malan.

Hoy en día Suráfrica tiene el mayor programa de tratamiento del VIH público del mundo; algo que contrasta fuertemente con lo que ocurría hace una década, cuando los juicios y las protestas para forzar a un gobierno que se resistía a disponer fármacos para tratar el VIH estaban al orden del día.
De los 5,4 millones de población infectada por el VIH, cerca de 1,5 millones reciben ahora antirretrovirales (ARV) que ralentizan la propagación del virus en sus organismos.
Pero a lo largo de los años han surgido muchos mitos sobre los ARV.
El periódico surafricano Mail & Guardian estuvo hablando con el Doctor Sindisiwe van Zyl del programa VIH del Anova Health Institute con base en Johannesburgo para desmitificar siete de esas falacias.  

Mito 1: Todos los infectados por VIH necesitan ARV
Mediante recuentos de CD4 –que indican lo fuerte que es el sistema inmune de un individuo– los médicos determinan si una persona infectada por el VIH necesita un tratamiento de ARV. Sólo en caso de que el número de CD4 disminuya por debajo de un nivel determinado se hacen necesarios los ARV. En el sector estatal, todos los seropositivos con un recuento de CD4 inferior a 350 mantiene un tratamiento de ARV; en el sector privado el tratamiento comienza antes, cuando el recuento de CD4 está en 500.
No obstante, si un seropositivo padece también tuberculosis (TB), se le somete a un tratamiento de ARV independientemente de su recuento de CD4. De acuerdo con página web médica WebMD, los individuos sanos que no están infectados por el VIH poseen un recuento de CD4 de entre 500 y 1500.

Mito 2: Puedes interrumpir y reanudar tu tratamiento de ARV
Los ARV son un compromiso vitalicio; si interrumpes el tratamiento, es muy probable que tu estado empeore aún más que cuando empezaste. Durante el tiempo en el que paras de tomar la medicación, le das al virus del VIH la oportunidad de volverse resistente al fármaco ARV que estabas tomando; y puede que dicho tratamiento deje de funcionarte.

Mito 3: Una vez que te has vuelto inmune a tu tratamiento de ARV, no hay nada que los médicos puedan hacer por ti
El VIH puede volverse resistente a tu tratamiento de ARV si interrumpes dicho tratamiento o si no tomas la medicación a una hora determinada cada día. En tal caso, se puede reemplazar tu combinación de ARV por un nuevo tratamiento que pueda funcionar para ti. Sin embargo, tendrá más efectos secundarios y un precio más elevado.
Cuando se empiezan a tomar los ARV, normalmente se someterá al paciente a un tratamiento de tres comprimidos que se conoce como tratamiento de primera línea. Estos fármacos son los más accesibles y los que menos efectos secundarios tienen. Si el paciente se vuelve resistente a ellos se procederá a una segunda línea de fármacos, que es más cara y posee más efectos secundarios. En el caso de que la segunda línea de fármacos se vuelva ineficaz, se trasladará al paciente a un hospital terciario en el recibirá una combinación de fármacos más compleja, que se conoce como tercera línea o tratamiento de rescate.
Este tratamiento a menudo consiste en cuatro –y no tres– tipos distintos de ARV, y es probable que no elimine el virus de forma tan eficaz como los fármacos de primera y segunda línea.

Mito 4: Los ARV deforman tu cuerpo y adelgazan tu cara
Hasta hace poco, el tratamiento de ARV más común en hospitales públicos contenía un ARV conocido como d4T. Si el d4T se suministraba durante más de un año podía transformar la forma física del paciente, provocando pérdida de masa en brazos, piernas y cara, y depositando grasa en el estómago, la nuca o el pecho (tanto en hombre como en mujeres). En abril del 2010, se sustituyó el d4T por un fármaco conocido como Tenofovir, que no posee ninguno de estos efectos secundarios.

Mito 5: Los ARV te vuelven loco
Un ARV conocido como Efavirenz a menudo provocaba que los pacientes tuvieran sueños extraños, además de provocarles una sensación de mareo y somnolencia. Algunos han interpretado estos efectos secundarios como indicios de demencia. Por norma general, dichas reacciones desaparecen durante las tres primeras semanas del tratamiento.

Mito 6: No puedes recibir un tratamiento de ARV y de TB a la vez
Todo infectado por VIH y con TB debn recibir ARV. Si la TB se desarrolla antes de comenzar el tratamiento de ARV, el tratamiento de TB deberá iniciarse con dos semanas de antelación al de ARV. Esto permite que el organismo se ajuste primero a los fármacos contra la TB.
Los pacientes que han comenzado un tratamiento de ARV y tienen TB que no ha sido diagnosticada, a menudo desarrollan una afección que se conoce como TB-IRIS, en la cual el sistema inmune reacciona de forma exagerada a los medicamentos y la TB empeora. Por ello es tan importante que médicos y enfermeros examinen adecuadamente a los seropostivos para detectar la TB.
Si se suministran ARV y el tratamiento resulta efectivo, es poco probable que se desarrollen enfermedades relacionadas con el VIH incluyendo la TB. En el caso de que ocurriera se puede suministrar inmediatamente un tratamiento de TB, puesto que el organismo ya se ha acostumbrado a los ARV.

Mito 7: Los bebés no pueden tomar ARV
Los bebés pueden tomar jarabes de ARV especiales tan pronto como cumplan dos semanas de edad. Las directrices del gobierno establecen que a todo bebé infectado por el VIH se le debe suministrar un tratamiento de ARV inmediatamente. En el sector público normalmente se realizan pruebas a los niños en busca del virus del VIH sólo a las seis semanas, cuando las madres los llevan a la clínica para que sean vacunados. En el sector sanitario privado esto ocurre a las cuatro semanas. No obstante, si el niño enferma poco después de su nacimiento, se le puede realizar la prueba inmediatamente.
Sin tratamiento preventivo durante el embarazo, una madre tiene un 40% de probabilidad de transmitir el VIH a su bebé. Programas de prevención de transmisión del VIH de madre a hijo han reducido el riesgo a un 2%.


Mia Malan trabaja para el Discovery Health Journalism Centre de la Rhodes University.
Publicado en Mail & Guardian, Suráfrica, 08-06-12.

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